top of page

Julio de la Ossa: 50 aƱos del Rey Vallenato

Se le llamó ā€œEl pequeƱo gigante del acordeónā€ por sus destrezas en el acordeón, el canto y la composición. El socio Sayco cumple 50 aƱos de haberse coronado Rey Vallenato, y se harĆ” un conversatorio homenaje de su vida y obra en Valledupar.



ā€œSi yo tomara trago, me gustarĆ­a que mis parrandas me las amenizara ā€˜Julito’ de La Ossaā€, dijo en una ocasión Alejandro DurĆ”n, quien habĆ­a encontrado la nota que compensaba su melancolĆ­a. Julio de la Ossa se alimentó de mĆŗsica desde su infancia en las sabanas de Sucre, en el corregimiento de Chocó, donde nació el 20 de julio de 1936, Ć©poca matizada por la sensación de libertad y festejos tras el final de la hegemonĆ­a polĆ­tica conservadora en Colombia.


Julito madrugaba, iba a la escuela, vendĆ­a agua en su burro, ayudaba en las labores de la casa, donde lo criaba su abuela. Su madre murió cuando tenĆ­a dos aƱos, y su padre debió buscar nuevos rumbos. AllĆ­ se cultivaba tabaco y se preparaba el ā€˜Ć±eque’ o licor artesanal de caƱa, y por las tardes los campesinos acudĆ­an al lugar para alegrarse y terminaban en parrandas con acordeón. Un dĆ­a el pequeƱo Julio agarró una maraca y no se volvió a soltar de la mĆŗsica hasta su muerte en 1998.



Abandonó la escuela y se unió a la banda juvenil del pueblo a los 16 años. Su abuela se opuso, porque no quería que se perdiera en el trago y las parrandas. El joven empezó con las maracas, pero pronto pasó a la armónica o violina. Le resultaba fÔcil seguir los distintos géneros musicales que escuchaba en la radio y las cantinas: porros, cumbias y los primeros vallenatos de Abel Antonio Villa y Guillermo Buitrago.


Su amigo Nicanor Guevara le dijo que lo suyo era el acordeón. Supo que su padre estaba en San Jacinto del Cauca, y allí viajó con su cajero para conocerlo. Tenía veinte años. Sin mÔs, le contó que quería ser músico. Su padre quiso reivindicarse por su ausencia, así que vendió un arroz y le dio 350 pesos. Julio regresó a Sincelejo, y fue directo a la casa de Calixto Ochoa, el mejor técnico de acordeones, quien le vendió uno especial con espejitos y lucecitas, y la condición de que se lo prestara cuando lo necesitara, como lo cuenta John de la Ossa, su penúltimo hijo



El aprendizaje fue rĆ”pido, porque la mĆŗsica ya estaba en su armónica. Tocaba porros, fandangos, cumbias, paseaĆ­tos y los vallenatos de Abel Antonio Villa, Luis Enrique MartĆ­nez, Pacho Rada y Alejo DurĆ”n, a quien admiraba y querĆ­a imitar, aunque creó su propio estilo. A los 22 aƱos grabó su primer sencillo en Barranquilla, luego en Cartagena estampó sus canciones ā€œEl moteticoā€ y ā€œEl abarcaā€. Le pagaron 20 pesos tres meses despuĆ©s.


ToƱo Fuentes lo puso a grabar con los Corraleros de Majagual en 1960, al lado de Cesar Castro, Calixto y Eliseo Herrera. En adelante tuvo una extensa y exitosa carrera musical con 36 trabajos discogrĆ”ficos en los sellos Tropical, Fuentes y Codiscos, con temas cĆ©lebres de sus casi 150 canciones, como ā€œLa Margentinaā€, ā€œLa colegialaā€, ā€œMi visitaā€, ā€œAdiós MarĆ­aā€, ā€œNovia ingrataā€, ā€œOrferlinaā€, y muchas mĆ”s, interpretadas por artistas de la talla de Billos Caracas, Binomio de Oro, Carlos Vives, IvĆ”n Villazón y Silvestre Dangond.


En 1963, el turco Pavajeau y Eduardo Mattos lo invitan a Valledupar para que se empapara mĆ”s del vallenato originario. La ciudad lo inspira y empieza su aprendizaje con el guacharaquero Abel SuĆ”rez. Su acordeón se enriqueció con el nuevo aire, y el amor llegó con Gladys Ochoa, con quien tuvo ocho de sus doce hijos. En 1975 participa por quinta vez en el Festival de la Leyenda Vallenata. Su magistral interpretación de ā€œLa puya zaramullaā€ y ā€œMi testamentoā€, de su autorĆ­a, lo alzaron como rey, frente a CĆ©sar Castro, Beto Rada y Ovidio Granados.



En los 50 años de su corona, y en el marco del Festival de la Leyenda Vallenata, se harÔ un conversatorio de la vida y obra de Julio de la Ossa y su importancia para el folclor vallenato, con la iniciativa de John de la Ossa y la participación de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia -Sayco-, siempre presente en los grandes acontecimientos del folclor vallenato y la música de Colombia.


ā€œEl pequeƱo gigante del acordeónā€, como se le conocĆ­a a Julio de la Ossa, estĆ” vigente en el gran libro de la mĆŗsica vallenata, y siempre que se escuche una piquerĆ­a, porque serĆ” inevitable que el duelo de los verseadores no comience o termine con la matriz melódica mĆ”s famosa de todas: ā€œLa margentinaā€.


Por Uriel Ariza-Urbina

Cronista y Guionista

Especial para SAYCO

Ā 
Ā 
bottom of page